Las catacumbas de París: "Detente, éste es el imperio de la muerte"

El año pasado visitamos París en el mes de diciembre. Ya sé que todo el mundo dice lo mismo y que suena a topicazo, pero París es una ciudad preciosa. Íbamos con las expectativas muy altas debido a la fama que tiene esta ciudad, y no nos defraudó en absoluto. Os aconsejo que os perdáis entre sus calles y boulevares, que os detengáis en una de sus coquetas terrazas, os sentéis con una copa de vino en la mano y dejéis transcurrir el tiempo mientras observáis la vida pasar en esta hermosa ciudad.

Hoy os quiero mostrar un lugar no tan conocido de París: sus catacumbas. Durante la era romana fueron unas minas de piedra caliza. De estas minas se extraía gran cantidad de piedra que se utilizó para construir la catedral de Notre-Dame, el Louvre y las murallas de la ciudad. A finales del siglo XVIII fueron convertidas en cementerio debido a que durante este periodo los cementerios de la ciudad estaban llenos y algunos de ellos eran foco de enfermedades. Decidieron cerrar aquellos que representaban un peligro para la salud de los habitantes de la ciudad y empezaron a trasladar los huesos de los cadáveres de los cementerios a las minas.

Catacumbas de París

A la entrada del cementerio hay una placa que dice: "Detente, éste es el imperio de la muerte". Y así empieza el recorrido por este laberinto de túneles que dura aproximadamente 45 minutos. Al inicio del recorrido se explica la evolución geológica de la ciudad y sigue con la visita al osario. Veremos miles de huesos  y calaveras apilados, algunos de forma artística, por ejemplo, formando un corazón. Un lugar realmente sorprendente y a la vez macabro. ¿Os atrevéis?

Catacumbas de París


Datos de interés:

  • Las catacumbas se encuentran en el barrio de Montparnasse (muy cerca de la parada de metro, ya lo veréis).
  • La visita cuesta 10 euros.
  • Abren todos los días excepto los lunes y festivos de 10 a 20. 
Si queréis más información, a continuación os dejo el link a la página oficial:

http://www.catacombes.paris.fr/es/catacumbas/mas-de-2000-anos-de-historia

Otoño en el Montseny

Hacía ya tiempo que teníamos pendiente subir al Turó de l'Home (1706,4 m), en el Montseny, y como el día acompañaba, decidimos hacer una ruta por allí.

En Otoño, cuando algunas hojas comienzan a cambiar de color y otras a caer, el contraste de tonalidades que presentan los bosques les da un encanto especial y esta ruta es ideal para verlo.

Partiendo de la Font de Passavets, en la misma carretera que va de Sant Celoni a Campins, pasado el pantano de Santa Fe, comienza el ascenso. Se puede hacer comenzando por el Turó de l'Home o por Les Agudes (1706 m). Nosotros cogimos el camino de la izquierda, para comenzar por el primero de los dos.

Al principio la ruta es algo monótona, haciendo una serie de subidas que van zigzagueando la montaña. En algunos tramos se comienzan a ver abetos que, como más arriba veremos, pertenecen a un bosque de abetos, el más meridional de Europa.

Bosque de abetos del Turó de l'Home

Una vez llegamos al Turó de l'Home, las vistas son magníficas: se puede ver la Cordillera Litoral (en la imagen al fondo y a la izquierda) y la Cordillera Prelitoral en la que estamos (a la derecha) llegando hasta Montserrat (al fondo a la derecha).

Vistas desde el Turó de l'Home

En el pico nos encontramos con un simpático ciclista que venía desde Cardedeu. ¡Eso sí que es toda una excursión! Nos explicó que hacia el norte se podía ver también el Cap de Creus, Roses y los Pirineos.
Me encanta encontrar personas por la montaña, generalmente son gente sana y con respeto por la naturaleza (con excepciones, claro).

Entre el Turó de l'Home y Les Agudes el camino es fácil, siguiendo la cresta entre los dos picos. Teníamos mucha curiosidad por subir a Les Agudes, ya que en buscando previamente por Internet vimos que era necesario trepar y tenía algunos pasos más o menos aéreos. Sin embargo, esto es en la subida por Castellets. En nuestra ruta no hay ningún tipo de dificultad.

En Les Agudes

Y por último, la bajada para volver al punto de partida. Tal y como nos dijo el ciclista, esta parte de la ruta es preciosa: pasando por unos hayedos frondosos, es como si estuvieras en "El Señor de los Anillos".

La bajada

Aquí os dejamos la ruta, absolutamente recomendable. Animaros!

Parque Natural de la Sierra de Montsant

En la misma zona de las montañas de Prades (en Tarragona) se encuentra el Parque Natural de la Sierra de Montsant, donde merece la pena quedarse un par de días y hacer varias rutas que recorren el parque. Las más típicas son la de Sant Bartomeu i la de Toll de L'Ou. Nosotros optamos por hacer la primera porque era más corta y no nos daba tiempo de hacer la segunda.

Salimos de Ulldemolins, donde estábamos alojados, y nos dirigimos hacia Sant Antoni. En vez de dejar el coche en Sant Antoni, seguimos la carretera (despacito, puesto que hay un momento que se convierte en camino de tierra) y lo dejamos en un parquing que se encuentra un poco más adelante (el camino entre Sant Antoni y el parquing no tiene nada de especial). Iniciamos nuestra ruta desde este punto. Tardamos unas dos horas entre ir y volver.

Al poco de iniciar la ruta llegamos a las "Cadolles Fondes", unas formaciones rocosas esculpidas por el paso del río Montsant en el cual se pueden ver truchas y otros peces y que se admira desde un mirador.

Cadolles_Fondes
Cadolles Fondes

A partir de aquí entramos en el Congost de Fra Guerau, un bello paisaje que se caracteriza por sus imponentes rocas de forma redondeada. Incluso se han puesto nombre a algunas de estas formaciones, como "Los tres jurados" o "La cabeza del niño" entre otros. 


Congost de Fra Guerau
Congost de Fra Guerau

Siguiendo estas curiosas formaciones rocosas y antes de llegar a la ermita de Sant Bartomeu, cruzamos un puente colgante de madera sobre el río Montsant. Fue muy divertido cruzarlo pero... ¡hay que fijarse bien si el puente está custodiado por otros seres vivos! Nosotros encontramos varias orugas colgadas de hilos de los árboles que caían sobre el puente. 

Sant Bartomeu
Ermita de Sant Bartomeu


Por fin llegamos a la Ermita de Sant Bartomeu que se encuentra rodeada por un paisaje singular:

Si seguimos el camino un poco más, llegaremos a una especie de saliente en la roca donde podremos disfrutar de unas vistas privilegiadas de la sierra.   

Es un sitio ideal para parar antes de iniciar el regreso, comer algo, hacer la siesta... La quietud y la soledad que sentimos ahí arriba eran indescriptibles. Como hicimos la ruta un viernes por la mañana, no nos encontramos a una sola persona en todo el camino. ¡Sentíamos que las montañas eran nuestras! Cerramos los ojos unos minutos, vaciamos la mente y nos concentramos sólo en nosotros y en el entorno. Sólo oíamos el viento entre las hojas, los pájaros, el eco entre las montañas... ¡No queríamos irnos de ahí! Pero tuvimos que volver a la realidad...

Parque natural de Montsant
Vistas de la Sierra de Montsant


Resumiendo:
  • La ruta completa de ida y vuelta a la ermita de Sant Bartomeu dura unas dos horas.
  • Aunque hay varias subidas y bajadas, el nivel de dificultad de la ruta es bastante fácil.
  • Otra ruta posible es la de Toll de L'Ou, especialmente recomendable cuando haya llovido recientemente. Se trata de varias hoyas formadas en la roca y que están unidas por cascadas. Si queréis alojaros en Ulldemolins, os recomendamos La Fonda Toldra, un hotel muy confortable dirigido por una familia muy agradable que os tratarán muy bien y os aconsejarán sobre posibles rutas. El plato típico del pueblo es la tortilla con caldo, una tortilla de espinacas acompañada por una sabrosa salsa.

Praga en Navidad

Praga es una ciudad encantadora, una de las más bonitas de Europa. Llena de edificios preciosos y con historia, lo mejor de la ciudad es perderse por sus callejuelas entre la gente.
Praga
Vista de Praga desde el Castillo
En estas fechas, próximas a Navidad, la ciudad cobra un encanto especial: se llena de mercadillos donde podéis encontrar desde los típicos adornos para los arboles, a comida y bebida caliente, lo que se agradece con el frío que hace en Praga. Pasear por estos mercadillos, entrar a un café, cuando el frío aprieta, y descansar un rato. Es una ciudad perfecta para ir en estas fechas próximas.

La comida en Praga no es especialmente elaborada, pero si a unos precios asequibles. Entrar en una de las tabernas típicas a comer algún plato a base de cerdo o salchichas, con una buena jarra de cerveza es imprescindible. También es obligado probar el Goulash, una especie de estofado de carne y vegetales especiado muy rico. Lo mejor es que os alejéis un poco de la zona centro, para poder encontrar locales más económicos y auténticos.

No os podéis perder la visita a la Plaza de la Ciudad Vieja que es el centro de la ciudad. Además de los mercadillos, estaréis rodeados de edificios históricos, iglesias y palacios, como la bonita iglesia de Nuestra Señora de Tyn.

Nuestra Señora en frente del Týn
Iglesia de Nuestra Señora en frente del Týn

Tampoco olvidéis pasar por el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, en la misma plaza, para ver el famoso Reloj Astronómico. Cada hora, cuando dan las doce, se congrega una pequeña multitud delante del reloj para ver desfilar los doce apóstoles. Las figuras que los rodean, la Vanidad que aparece con un espejo, la Avaricia representada por un judío con una bolsa, la Muerte que es un esqueleto y la Lujuria que es un príncipe turco con su mandolina también se ponen en movimiento.
Reloj Astronómico
Reloj astronómico de Praga
Otra de las cosas que no podéis dejar de hacer es cruzar el Puente de Carlos, que cruza el río Moldava. Es el símbolo de Praga, un puente precioso del siglo XIV, flanqueado a ambos lados por una serie de estatuas de estilo barroco. Pasear por él de noche, con las tranquilas aguas del río pasando y las luces de las farolas, que aún enciende un trabajador ataviado al estilo antiguo, es una bonita experiencia.
Puente de Carlos
Puente de Carlos
Por último, uno de los sitios más visitados e importantes de Praga es el Castillo, un complejo de edificios donde está la catedral de San Vito, a destacar por las vidrieras de colores. También encontraréis dentro la calle del Oro, una calle típica con casas de colores, que alberga una amplia colección de armaduras.
Reflejos de San Vito
Vidrieras de la Catedral de San Vito

Como recomendación personal, es muy recomendable que reservéis una velada en el Jazzboat, dónde además de cenar estupendamente, podréis disfrutar de una sesión de jazz mientras navegáis por el Moldava. Algo mágico e inolvidable, un bonito recuerdo para llevarse de esta preciosa ciudad.